Lionel Messi sabe que el tramo hasta el Mundial de Qatar todavía es muy largo. Cerca de la Navidad de 2022, irá camino a los 36 años. Casi nadie en la era moderna logró trascender en una Copa del Mundo a esa edad; apenas el alemán Miroslav Klose, que en Brasil 2014 se consagró con la «Die Mannschaft», jugó cinco partidos y marcó dos goles. Messi, terco y audaz, lo intentará. La herida interna con la selección argentina es una llaga viva. ¿Le alcanzará para el premio mayor? Seguramente en la casa de las apuestas no será el favorito. Coronarse en una Copa América, después de pasar sin suerte por cinco y perder tres finales, no sería un premio consuelo. La pandemia de coronavirus le espantó la posibilidad de atrapar en 2020 ese título imposible; en realidad, se la trasladó para mediados de este año si el planeta se abraza a la calma sanitaria. Si ganar es su obsesión, esta temporada será más amable con sus desafíos albicelestes que con sus metas catalanas. Estará más cerca de conquistar la Copa América que de alzar la Champions League con Barcelona.
El 2021 será un año de decisiones refundacionales en la carrera de Messi -Barcelona está atado a sus impulsos-, y justo la selección le propondrá el calendario más agitado de su vida en celeste y blanco. Si en 2020 jugó menos que nunca debido a las postergaciones que provocó la pandemia de coronavirus -apenas cuatro encuentros-, este año tendrá por delante hasta 18 encuentros. Jamás estuvo parado ante semejante exigencia. Sus temporadas más ajetreadas fueron la 2007 y la 2014, cuando disputó 14 encuentros en la selección. Claro, siempre dependerá de la actualidad epidemiológica del planeta, pero a Messi podrían esperarle muchos viajes transoceánicos.
¿De cuántas oportunidades dispuso Lionel Messi para ser campeón en la selección? Nueve, entre cuatro mundiales y cinco copas América. ¿Cuántas le quedan? Pocas, muy pocas. Quizás, apenas una. Esta, este año, en la Copa América bicéfala entre la Argentina y Colombia, del 11 de junio al 10 de julio, con apertura en el Monumental de Núñez y clausura en Barranquilla. Para retos a corto plazo, nada mejor que una propuesta exprés: salvo la final, podría afrontar todos los partidos en el país. Si Brasil 2019 le dejó mal sabor por el tercer puesto -y sus escándalos y desplantes con la Conmebol-, y 2020 también por el obligado corrimiento, Messi, dentro de unos meses, buscará venganza en ese trofeo maldito. ¿Todavía como símbolo y capitán de Barcelona? Vaya detalle a resolver.
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