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Adolescentes, la cara más dura de la crisis del fentanilo en EE. UU.

Las muertes van en aumento, especialmente entre los jóvenes. En 2021, 1.146 murieron por sobredosis.

crisis fentanilo

Makayla Cox, una estudiante de secundaria del estado de Virginia, Estados Unidos, pensó que estaba tomando un medicamento, para tratar dolores y ansiedad, que su amiga le había conseguido.

En cambio, la pastilla que consumió dos semanas después de cumplir 16 años era fentanilo, un opioide sintético 50 veces más potente que la heroína. La mató casi de inmediato.

Makayla parecía estar bien cuando, una noche de enero, se dirigía a su habitación después de ver una precuela de Harry Potter. Pero cuando su madre Shannon entró a su cuarto la mañana siguiente la encontró parcialmente sentada, recostada contra la cabecera de la cama y con un fluido naranja saliendo de su nariz y boca.

Estaba tiesa. La sacudí, grité su nombre, llamé al 911”, contó Shannon Doyle, de 41 años, a la AFP en su residencia en Virginia Beach, a unos 400 kilómetros al sur de la capital estadounidense.

“Mis vecinos vinieron y le hicimos RCP (Reanimación Cardio-Pulmonar), pero era demasiado tarde. Después de eso, no recuerdo mucho”, afirmó.

Radiografía de la crisis

La crisis de opiáceos en Estados Unidos ha alcanzado proporciones catastróficas, con más de 80.000 muertes por sobredosis el año pasado, en su mayoría causadas por sintéticos ilícitos como el fentanilo. Esto es más de siete veces la cifra registrada hace una década.

“Esta es la epidemia más peligrosa que hemos visto”, dijo Ray Donovan, jefe de operaciones de la agencia antidrogas estadounidense, la DEA. “El fentanilo no es como ningún otro narcótico ilícito, es así de letal instantáneamente”, aseveró.

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Las muertes van en aumento, con especial rapidez entre los jóvenes, que obtienen drogas en redes sociales con recetas falsificadas. 
Las pastillas que compran, sin saberlo, vienen cruzadas o hechas de fentanilo.

En 2019, 493 adolescentes murieron por sobredosis. En 2021, la cifra fue de 1.146.

«El fentanilo no es como ningún otro narcótico ilícito, es así de letal instantáneamente»

Drogas y emoticones

Los narcotraficantes llegan a los adolescentes a través de Snapchat, TikTok, Instagram y otras aplicaciones, usando emoticones como códigos.

El opiáceo oxicodona puede ser publicitado como un banano a medio pelar; Xanax, una benzodiacepina usada para tratar la ansiedad, como una barra de chocolate; y Adderall, una anfetamina que actúa como estimulante, como un tren.

El número de estadounidenses que usan drogas se ha mantenido casi igual en los últimos años, pero ha cambiado lo letal que se han vuelto algunas de ellas, y especialmente en el caso del fentanilo, según Wilson Compton, director adjunto del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos.

Una taza de heroína equivale a una cucharada de fentanilo, y menos de un gramo puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte.

La mayoría del fentanilo ilícito que circula en Estados Unidos se fabrica en laboratorios clandestinos de carteles de droga mexicanos, usando químicos enviados desde China.

Como el fentanilo es mucho más potente, se necesita mucho menos para rellenar una píldora, es decir, mayores suministros y ganancias para los carteles.

Un kilo de fentanilo puro puede conseguirse hasta por 12.000 dólares (más de 50 millones de pesos colombianos) y convertirse en medio millón de pastillas que se venderán por 30 dólares cada una (unos 124.000 pesos colombianos), obteniendo millones de dólares, explica Donovan. Además, es más fácil traficarla en píldoras.

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El año pasado, la DEA incautó casi siete toneladas de fentanilo, suficientes para matar a todos los estadounidenses. Cuatro de cada 10 pastillas incautadas contienen cantidades letales de fentanilo.

En un pasillo de sede de la agencia antidrogas hay colgadas fotografías tituladas Las caras del fentanilo. Son decenas de personas que recientemente perdieron la vida a causa de esta droga. “Makayla. 16 por siempre”, se lee en una de ellas.

Las pastillas azules que se encontraron en la cama de esta destacada estudiante y porrista resultaron ser 100 por ciento fentanilo. La policía está investigando, pero no hay detenidos hasta ahora.

La DEA lanzó una campaña el año pasado llamada ‘Una pastilla puede matar’ para crear conciencia de los peligros del fentanilo.

También hay esfuerzos a lo largo del país en hacer que la naloxona, medicamento que puede revertir la sobredosis de opiáceos, sea más accesible.

Shannon creó una fundación en nombre de Makayla para ayudar a prevenir tragedias como la de su hija. Es su manera de sobrellevar el luto.

MARIA DANILOVA
AFP
VIRGINIA BEACH (ESTADOS UNIDOS)

Muertes por sobredosis  se dispararon entre afros y nativos

Las muertes por sobredosis en 2020 aumentaron un 44 por ciento en el caso de los afrodescendientes y un 39 por ciento en el de los nativos estadounidenses en comparación con 2019.

Según un informe, el incremento de estas defunciones se debe, en parte, a la falta de acceso a la atención y la intensificación de la desigualdad durante la época de pandemia.

El racismo, una de las causas fundamentales de la disparidad en materia de salud, sigue siendo una amenaza grave para la salud pública que afecta directamente el bienestar de millones de estadounidenses”, declaró Debra Houry, subdirectora en funciones de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), en una reunión informativa.

“El aumento desproporcionado de las tasas de mortalidad por sobredosis entre los negros y los indios americanos/nativos de Alaska puede deberse en parte a las desigualdades en materia de salud, como el acceso dispar al tratamiento del consumo de sustancias y los prejuicios en el tratamiento”, asegura Houry.

Según el informe de los CDC, el reciente aumento de las muertes se debe en gran medida al fentanilo y a los análogos del fentanilo (FMI) fabricados ilegalmente.
Antes de la pandemia, el índice de muertes por sobredosis era similar para afrodescendientes, nativos y blancos, con 27, 26 y 25 por cada 100.000 personas en 2019, respectivamente.

Pero la situación cambió radicalmente en 2020, cuando las cifras fueron de 39, 36 y 31 por cada 100.000 personas. Aunque el aumento entre los blancos no fue tan grande como los otros dos casos, la nueva tasa representa un máximo histórico.

Los resultados muestran que el porcentaje de muertes es casi siete veces superior entre los varones afrodescendientes de 65 años o más con respecto al de los blancos. Los afrodescendientes de 15 a 24 años experimentaron el mayor aumento de la tasa, un 86 %, en comparación con los cambios observados en otros grupos.

“Hubo un porcentaje sustancialmente menor de personas de grupos raciales y étnicos minoritarios que mostraron evidencias de haber recibido alguna vez tratamiento por consumo de sustancias, en comparación con los blancos”, comentó el científico de salud de los CDC, Mbabazi Kariisa, durante la sesión informativa.

De hecho, la mayoría de las personas que murieron por sobredosis no mostraba signos de haber recibido tratamiento antes de su muerte.

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Las zonas con una mayor diferencia de ingresos entre ricos y pobres presentaron los índices de mortalidad más elevados.

Estar en situación de pobreza “puede llevar a la falta de una vivienda estable, de un transporte fiable y de un seguro médico, lo que dificulta, aún más, el acceso al tratamiento y a otros servicios de apoyo”, señaló Kariisa.

En cuanto a las recomendaciones, Houry dijo que era vital concientizar sobre la letalidad de las drogas ilícitas, en particular el fentanilo, y animar a la población a hacer el tratamiento de naloxona.

El apoyo estructural, como la ayuda al transporte y el cuidado de los niños, puede mejorar el acceso a la atención y al tratamiento.

“Combinar las prácticas tradicionales culturalmente apropiadas, la espiritualidad y la religión con el tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias basado en la evidencia también ayuda a sensibilizar y reducir el estigma”, afirmó la subdirectora en funciones de los CDC.

“Aunque hemos avanzado mucho en el tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias como enfermedades crónicas, en lugar de como fallos morales, todavía queda mucho trabajo por hacer, como garantizar que todas las personas que necesitan estos servicios puedan obtenerlos”, concluyó Houry.

AFP
Washington

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