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70 años más tarde, Corea del Sur y el régimen de Kim Jong-un se encaminan a poner fin a la guerra

La confrontación sacudió a la península coreana entre 1950 y 1953. Fue el primer gran conflicto de la Guerra Fría con Estados Unidos, China y la URSS apoyando a uno y otro bando.

corea kim jung

Técnicamente, la guerra nunca terminó. Ahora, casi 70 años más tarde, se abre la posibilidad de firmar un acuerdo para ponerle fin. El presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in afirmó que Estados Unidos, China y Corea del Norte acordaron “niveles fundamentales y de principio” para declarar el fin formal de la Guerra de Corea, que finalizó en 1953 sin un tratado de paz.

La sorpresiva declaración de Moon se produjo durante una visita oficial a Australia. En la conferencia de prensa junto al primer ministro australiano, Scott Morrison, en Canberra, el presidente surcoreano dijo que creía que era importante poner fin al “inestable” armisticio y que una declaración de paz podría mejorar las perspectivas de un avance en el programa de armas nucleares de Norcorea. “Esto nos va a ayudar a iniciar las negociaciones para la desnuclearización y la paz en la península de Corea”, comentó. “Esto es muy importante también en ese frente”.

En Seúl, el ministro surcoreano de Unificación, Lee In-young, informó que el régimen de Pyonyang “está mostrando aparentemente una manera más abierta hacia el diálogo que antes. Corea del Norte disparó múltiples misiles de corto alcance este año, pero no dejó que la situación se deteriore gravemente elevando las tensiones a un nivel alto”. El presidente Moon, que ha hecho del compromiso con Corea del Norte una característica clave de su administración, está presionando para conseguir un tratado de paz antes de que termine su único mandato de cinco años como presidente de Corea del Sur en abril próximo.

corea kim jung

Moon había lanzado su llamamiento al fin formal de las hostilidades durante su discurso en la Asamblea General de la ONU en septiembre, lo que llevó a Kim Yo-jong, la influyente hermana del líder norcoreano Kim Jong-un, a describir su iniciativa como una “idea interesante y buena”. Inmediatamente, desde Beijing –China es aliada de Norcorea- expresaron su apoyo a la propuesta. En Washington, están discutiendo los términos del proyecto de declaración.

Aunque hay señales de que todavía podría haber grandes obstáculos para la firma. Corea del Norte ya indicó que no se unirá a las conversaciones mientras Estados Unidos “mantenga su postura hostil”, en referencia a la presencia de 28.500 soldados estadounidenses en Corea del Sur y a los ejercicios militares anuales entre americanos y surcoreanos que Pyongyang considera “un ensayo de invasión”. En el Departamento de Estado hay muchas dudas. Creen que la firma de paz podría hacer creer al régimen de Kim Yong-un que tiene las manos libres para continuar con su polémico programa nuclear y el lanzamiento de misiles balísticos.

El profesor Philo Kim, profesor del Instituto de Estudios para la Paz y la Unificación en Seúl, le dijo a ABC News que de cualquier manera es un paso adelante en la desnuclearización de la península coreana. “Si Corea del Norte muestra una fuerte intención de seguir discutiendo la declaración del fin de la guerra, eso es al menos un mensaje de que están dispuestos a venir a la mesa de negociaciones por el tema del armamento nuclear”, dijo. Las conversaciones en ese sentido están estancadas desde que la cumbre de Hanoi entre Estados Unidos y Corea del Norte, celebrada en febrero de 2019, terminó sin un acuerdo.

En Seúl también hay críticas. Varios expertos en el tema coinciden en que la declaración del fin de la guerra es apenas simbólica y solo beneficiaría al ego del presidente Moon que lo podría presentar como un logro personal. “Moon cree que será un avance para reanudar el diálogo y poder mostrarse como `el hombre que logró la paz´, pero no creo que sea una alternativa realista”, opinó Du Hyeogn Cha, analista del Instituto Asan de Estudios Políticos de Seúl. Pero el presidente surcoreano parece estar dispuesto a seguir avanzando y anunció que su país no participará del boicot internacional y enviará una delegación diplomática a los Juegos Olímpicos de Beijing. Espera que allí pueda iniciar contactos con sus compatriotas del norte. Los principales dirigentes norcoreanos, incluido el líder Kim Jong-un, estarán en la ceremonia de apertura. “Moon pareciera que quiere usar los juegos olímpicos para hacer diplomacia por otros medios. Y allí estarán sus pares chinos dispuestos a seguir apoyando las conversaciones. Puede resultar una buena oportunidad”, dijo Shin Beom-chul, director del Centro para la Diplomacia y la Seguridad del Instituto de Investigación de Corea para la Estrategia Nacional, a ABC news.

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Aunque Moon tendrá que tener el aval de Washington para estas conversaciones si quiere continuar con su delicado equilibrio entre las dos potencias que se enfrentan por el poder científico-tecnológico de la segunda mitad del siglo. “Estamos tratando de mantener una relación armoniosa con China mientras construimos una sólida alianza con Estados Unidos”, se justificó. “Seúl está en una posición muy difícil. No puede apostar todo a su alianza con Washington porque hay mucho en juego cuando se trata de China. Beijing tiene una gran influencia en la paz y la estabilidad de la península coreana, ya que es el apoyo más poderoso que tiene Pyongyang”, analizó el ex embajador de Corea del Sur en Japón, Shin Kak-soo.

El conflicto entre las fuerzas del norte y el sur de la península fue el primero de esa envergadura de la Guerra Fría. El 25 de junio de 1950, un ataque sorpresa de Corea del Norte contra Corea del Sur provocó la guerra que enfrentó a comunistas y capitalistas por el control de la península coreana. Este territorio había sido ocupado por Japón desde 1910 hasta 1945. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial y el desmantelamiento del imperio japonés por parte de las potencias aliadas, el destino de Corea se convirtió en la moneda de cambio entre Estados Unidos y la URSS. Los antiguos aliados se desconfiaban mutuamente y en 1948, para controlar la influencia del otro, establecieron dos naciones coreanas separadas y demarcadas por una frontera en el paralelo 38, la línea de latitud que atraviesa la península. Corea del Norte se convertiría en un estado socialista liderado por Kim Il-sung (el abuelo del actual líder) y respaldado por la Unión Soviética; y Corea del Sur, en un estado capitalista liderado por Syngman Rhee y respaldado por Estados Unidos.

El Pentágono creía que ganaría la guerra en forma muy rápida. Pero se encontró con un despliegue de tres millones de soldados chinos con el apoyo de la aviación soviética. Un año más tarde, ambos mandos estaban en un peligroso impasse a uno y otro lado del paralelo 38. Comenzaron unas negociaciones secretas mientras seguían los combates. Finalmente, el 27 de julio de 1953, Corea del Norte, China y Estados Unidos firmaron el armisticio. Pero Corea del Sur se opuso a la división de la península y no accedió al armisticio ni a la firma de un tratado de paz formal. Los combates terminaron, pero la guerra, técnicamente, nunca terminó.

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Las consecuencias fueron devastadoras. Se cree que murieron hasta cuatro millones de civiles y Norcorea, en particular, se vio diezmada por los bombardeos y las armas químicas. Entre los combatientes, murieron unos 40.000 estadounidenses y otros 46.000 surcoreanos. En el norte, fue aún peor: se estima que murieron 215.000 soldados norcoreanos y 400.000 chinos. También hubo 80.000 prisioneros de guerra desaparecidos. Hay algunas evidencias que muchos de ellos terminaron en campos de trabajo forzado. Estados Unidos tampoco dio mucha información de lo sucedido. Harry Truman dijo que no había sido una guerra porque nunca fue declarada. Él había enviado las tropas sin tener la aprobación del Congreso. Hubo un buen número de soldados estadounidense desaparecidos y en la jerga de los historiadores se la conoce como “la guerra olvidada”.

Setenta años más tarde aparece el primer intento concreto de sellar la paz y terminar con este ciclo histórico. También podría llevar al régimen de Kim Jong-un a negociar su programa nuclear. Y es una gran oportunidad que se abre para saber exactamente qué ocurrió en la península coreana en esos tres devastadores años.

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